La Revolución del streaming: no se sabe cuánto impactará en la producción, la estética y lo laboral

El año que termina sacudió un montón de paradigmas relacionados con el mundo del espectáculo en cuanto a su producción y consumo que generan preguntas todavía sin respuesta.

Espectáculos - Plataformas15/12/2020Fabio Perussich WilliamsFabio Perussich Williams

La pandemia global y el confinamiento sanitario marcan un antes y un después en los modos de hacer y consumir artes, culturas y entretenimientos, y con el streaming casi como único medio para zanjar distancias irrumpió una herramienta que, más allá de la emergencia, llegó para quedarse.

Primero el aislamiento y luego la vigente recomendación de evitar las muchedumbres, y mucho más en espacios cerrados, generaron el cierre de teatros, salas de cine, reductos musicales y espacios culturales.

La paralización de esos lugares trajo aparejada una crisis que alcanza a artistas y personal técnico ligado a esas puestas y, más allá de las ayudas oficiales y el lento y delicado proceso de regreso a una normalidad acotada, no parece ofrecer el mismo horizonte laboral que antes del coronavirus.

La primera reacción a las restricciones para salir, transitar y reunirse tuvo un carácter más afectivo que productor e intérpretes de la música y la actuación poblaron sus redes sociales de intervenciones hogareñas que, en la inmensa mayoría de los casos, fueron abiertas y gratuitas.

Fito Páez, quien vio frustrado el lanzamiento de su nuevo disco "La conquista del espacio", que iba a presentar en su ciudad de Rosario el día de su cumpleaños 57, dio un show unipersonal y hogareño el 20 de marzo -día en que se inició la cuarentena en Argentina-, apenas una semana después de la cancelación del recital de presentación.

También inmediatamente, salas oficiales como el Teatro Nacional Cervantes y el Teatro Colón comenzaron a subir materiales de sus vastos y valiosos archivos a las redes y la escena independiente hizo lo propio con Timbre 4 como emblema.

El espacio creado y dirigido por Claudio Tolcachir empezó presentando obras online de su influyente semillero del off que en el primer fin de semana fueron seguidas por más de 100.000 personas y que en los dos primeros meses de cuarentena permitió ver 55 obras, algunas de ellas en calidad de estreno y con funciones en vivo.

Desde el teatro comercial, en cambio, empezaron rechazando la modalidad aunque ya desde el 11 de abril el porteño Paseo La Plaza inició una exitosa y regular serie de funciones que con distintas convocatorias y títulos se extiende hasta hoy.

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A ese primer paso y con el gradual permiso de sumar elenco y personal técnico, comenzaron a ofrecerse piezas nuevas o nuevas versiones de obras ya probadas cuyas funciones salieron a la venta a través de nuevas plataformas destinadas a transmitir espectáculos en directo o grabados pero emitidos como en vivo.

Con cinco años de experiencia en el medio, Teatrix se dio algunos lujos como estrenar a nivel local "Como hace 3000 años", con Héctor Alterio, y desde este diciembre el Instituto Nacional de Teatro se sumó a la modalidad poniendo en circulación la plataforma www.interactuar.gob.ar con obras que también se podrán disfrutar por la web de Alternativa Teatral a través del formato de gorra virtual.

En abril, además, se abrió una nueva ventana virtual para el cine argentino con la propuesta del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) de poner en marcha un "Programa de estrenos nacionales durante la emergencia sanitaria" que, bajo el título de "Jueves Estreno", potenció las plataformas propias Cine.ar y Cine.ar Play con novedades de acceso gratuito.

Sin el caudal de títulos a disposición como goza la estructura institucional del Incaa, otras plataformas como Puentes de Cine, la productora El Pampero (del cineasta Mariano Llinás) y más recientemente Cinemark Hoyts y la empresa Cining, acercaron películas a través de esta modalidad online.

Con los cines como espacios aún vedados, no fueron pocos los festivales que, sin embargo, decidieron seguir adelante con sus programaciones, siendo emblemático y principal el 35to. Festival Internacional de Cine de Mar del Plata que se apreció desde plataforma propia y también las dependientes del INCAA.

Otros encuentros cinéfilos hallaron cauce de exhibición gratuita tanto en la esfera estatal (a través de Cont.ar) como en portales privados (siendo el de Octubre TV uno de los más activos).

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En la delgada cornisa entre los portales de cine y la escala planetaria de las plataformas también oferentes del pujante mercado de las series, no solamente se potenciaron las existentes Netflix, Flow y Amazon Prime Video. Además se hicieron lugar otras más pequeñas (como Starzplay) el grupo ViacomCBS ubicó la pantalla gratuita Pluto TV, desembarcaron la poderosa Disney+ y DirecTV GO, y se anuncian nuevos jugadores (HBO Max y Paramount+).

En tanto, Cont.ar repartió su creciente demanda combinando archivo, dándole visibilidad a propuestas del Ministerio de Cultura de la Nación (como el ciclo musical "Festival en casa"), estrenando producciones y hasta propiciando nuevos contenidos como, a partir de mayo, la serie "Terapia en cuarentena" realizada de manera integral en el marco del aislamiento social obligatorio.

Pero fue la de la música la actividad de mayor movimiento aun en las frágiles e inestables condiciones que impuso el contexto y la que, de algún modo, motorizó el auge de espacios de exhibición y venta de entradas.

Con el Cosquín Rock como primer gran gesto del sector en modo virtual a inicios de agosto, los recitales comenzaron a realizarse y ofrecerse a través de distintas ventanas. dando inicio a una modalidad que -al igual que para el cine y el teatro- parece tener asegurada mínimamente una convivencia con la experiencia en vivo, más allá de virus y amenazas.

Allí, el desafío hacia adelante es seguir profundizando lo que artistas ya bosquejaron en el avance de la modalidad, que pasa por explotar las ventajas estéticas del espacio audiovisual abierto en lugar de "actuar" como si hubiera público bajo el escenario y, por tanto, liberarse del clamor tribunero de los hits y estribillos.

Pero más dificultoso que mensurar ese discurso artístico, es ir desentrañando si el streaming será capaz de absorber el flujo laboral y el nivel de producción de filmes, piezas teatrales y conciertos o la llamada "nueva normalidad" traerá un progresivo achicamiento del de por sí golpeado mercado laboral cultural.

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