La creatividad pandémica: el COVID impactó en el cerebro y su adaptación a la realidad

La expresión creativa permitió gestionar mejor las emociones negativas causadas por el confinamiento, según un estudio de la Universidad de la Sorbona. Los detalles del estudio

General - Salud11/05/2022 Redacción

La pandemia de coronavirus ha llevado a la implementación de medidas restrictivas sin precedentes en la sociedad moderna. El confinamiento estricto que se implementó en la mayoría de los países a partir de marzo de 2020, cambió drásticamente la vida cotidiana y el bienestar de las personas. Estas limitaciones implicaron una restricción de movimiento, la necesidad de adaptar los métodos de trabajo, una modificación de la vida cotidiana dentro de los hogares y una disminución de la calidad de vida (vinculada a problemas de salud, restricciones de actividades e interacciones sociales o consecuencias económicas).

Este tiempo exigió una gran capacidad de adaptación, en especial del cerebro. Una nueva investigación realizada en el Paris Brain Institute, una unidad de la Universidad de la Sorbonne en París, acaba de revelar cómo evolucionó la creatividad de las personas durante los tiempos de aislamiento e intentó detectar cuáles han sido los factores que pueden haber influido en ella. Sus hallazgos fueron publicados en la revista especializada.

Los especialistas indicaron que, a pesar del encierro, la creatividad aumentó y se centró en actividades principalmente relacionadas con los problemas de la situación personal.

La creatividad es una de las funciones cognitivas que permite ser flexibles en los entornos y encontrar soluciones en nuevas situaciones. Las condiciones inusuales de la primera contención de la pandemia de COVID-19 obligaron a repensar los hábitos, impusieron nuevas limitaciones y obligaron a los sujetos a adaptarse. Todas estas son consecuencias de la aplicación de la creatividad.

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El equipo de científicos del Paris Brain Institute trabajó sobre una encuesta en línea para evaluar el impacto del confinamiento en la creatividad, utilizando un cuestionario de dos partes. La primera constaba de preguntas dirigidas a comprender la situación en la que se encontraban los participantes en marzo-abril de 2020. Algunas de las preguntas que propusieron los investigadores fueron: ¿estaba confinado solo o con otros? ¿Tenía más trabajo o tiempo libre que antes? ¿Se sintió más motivado? ¿Sintió una disminución o aumento en su estado de ánimo o estrés?

Además de determinar su estado de confinamiento, los especialistas rastrearon sobre sus estados mentales en ese momento y si se sentían más o menos creativos que antes. La segunda parte de las encuestas apuntaron a desmembrar las condiciones de creatividad. Para ello las preguntas se centraron en las actividades creativas realizadas durante el confinamiento, su frecuencia, su grado de éxito y valorización, y las causas que motivaron o impidieron estas actividades. Los investigadores recolectaron casi 400 respuestas.

El análisis basado en actividades reveló un aumento cuantitativo global en la realización de actividades creativas durante el confinamiento. Las actividades con mayor incremento en frecuencia fueron “recetas de cocina y bebidas”, “programa deportivo”, “baile y coreografía”, “iniciativas de ayuda mutua” y “jardín y arreglo floral”. Este resultado se hace eco de estudios en otros países que muestran que las personas aumentaron sus actividades de cocina, horneado y entrenamiento físico durante el confinamiento.

A pesar de estas condiciones, la primera observación que destacaron los especialistas “es que el encierro fue psicológicamente angustioso para la mayoría de los participantes, lo que otros estudios han demostrado, pero que en promedio se sintieron más creativos. Al correlacionar las dos piezas de información, mostramos que cuanto mejor se sentían las personas, más creativas pensaban que eran”, declaró Théophile Bieth, coautor del estudio.

En cambio, cuando los científicos indagaron sobre la cantidad de obstáculos que habían encontrado los encuestados, observaron una relación no lineal. Ya sea que los cambios en la creatividad fueran positivos o negativos, los participantes sintieron que habían encontrado muchos obstáculos. De hecho, muchas personas se sintieron impedidas en sus actividades habituales, lo que les obligó a ser creativos para realizarlas y, por el contrario, algunos individuos sintieron que no eran creativos porque enfrentaban demasiados problemas para serlo.

Para la siguiente etapa de la investigación, donde los especialistas indagaron sobre una lista de 30 actividades diferentes, la mayoría de las cuales forman parte de los estándares internacionales utilizados en la investigación de la creatividad (Inventario de Actividades y Logros de Creatividad), se preguntó a los participantes si se habían involucrado en estas actividades en los últimos cinco años, si su práctica había aumentado durante el cierre, por qué y con qué frecuencia, y si no, por qué había disminuido.

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“Esta sección del cuestionario intentaba medir de forma más objetiva los cambios cuantitativos y cualitativos en el comportamiento creativo, mientras que la primera parte se basaba en un informe subjetivo de la situación -comentó Emmanuelle Volle, otra de las participantes de la investigación-. Nuestros resultados muestran que esta medida de comportamiento creativo está en línea con la medida de cambio subjetivo reportada por los sujetos. En ambos casos, los cambios observados estaban relacionados con el tiempo libre y los sentimientos emocionales”.

Entre las 28 actividades investigadas, que también incluían, por ejemplo, el diseño de interiores, la costura, la creación o el desvío de objetos, cerca del 40% de las actividades creativas que ya se practicaban en los cinco años previos al confinamiento incrementaron su frecuencia.

A partir de su investigación, los especialistas destacaron un aumento general de la creatividad durante el primer confinamiento. Este cambio positivo podría estar relacionado con tener más tiempo libre, sentirse más motivado, la necesidad de solucionar un problema o la necesidad de adaptarse a una nueva situación. Sin embargo, cuando se experimentan cambios negativos en la creatividad, estos se relacionan con emociones negativas, como el estrés o la ansiedad, la sensación de presión o la falta de recursos materiales o de oportunidades.

“Hay algunas evidencias en la literatura científica de que es necesario sentirse bien para ser creativo, mientras que otras apuntan en sentido contrario. Además, no se sabe en qué dirección se lleva a cabo este proceso: ¿Nos sentimos bien porque somos creativos o somos creativos porque estamos bien? ¿Ser creativos nos hace más felices?” -analizó Alizée Lopez-Persem , coautora del documento-. Aquí, uno de nuestros análisis sugiere que la expresión creativa permitió a las personas gestionar mejor sus emociones negativas relacionadas con el confinamiento y, por lo tanto, sentirse mejor durante este período difícil”, concluye.

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