Para una rica y saludable mesa navideña nada mejor que verduras, frutas y platos caseros

Lucía Calogero, autora de "Me importa un rábano" e impulsora de una alimentación saludable, propone reversionar las preparaciones infaltables. Y como regalo navideño, no enseña a preparar una mesa navideña en tres pasos: Ensalada de verdes y queso azul, Tarta festiva y Budín integral.

General - Salud23/12/2022 Redacción

Como vimos estos días en los masivos festejos por triunfo de La Scaloneta en Qatar, los argentinos no nos ahorramos abundancia a la hora de celebrar. Este criterio gozoso y desbordante se condice con la clásica mesa navideña local, donde el banquete tradicional gira alrededor de comidas de invierno europeo en noches de 40 grados latinoamericanas: Piononos, vitel toné, lengua a la vinagreta, ensalada rusa, asados con todas las achuras posibles, matambres arrollados y frutas secas son los jugadores infaltables; todo regado con kilos de mayonesa o salsa golf, claro.

Sin embargo, otro clásico argento es vivir en constantes contradicciones y mandatos que entran en disputa. Uno de ellos es, sin dudas, mantener una figura alineada con los criterios “fit” de los cánones de belleza hegemónicos. Por eso, no le sorprende a nadie que en esta época pululen programas de TV donde se habla desde un punto de vista terrorífico acerca de las calorías consumidas en Nochebuena. La paradoja es clara: la Navidad no está completa sin un atracón a la altura; pero disfrutar del menú es algo culposo, cuando la playa está en el horizonte.

A su vez, también están los fundamentalistas de los productos ultraprocesados para las Fiestas: gaseosas hípercalóricas, helados comprados en el supermerado hechos en su mayoría con grasa hidrogenada, mayonesa casi sintética y productos que es hasta casi imposible discernir su origen.

Aquí, el problema no se trata de la cantidad o de “prohibirse” cierto alimento, sino de poner la lupa en la calidad. Todas estas aristas son parte de una misma incógnita: ¿cómo proponer una mesa navideña más saludable, que no implique culpa a la hora de servirse las porciones, y que contente a los dogmáticos de las bebidas industriales y de los platos tradicionales?

Tal vez, una forma de salir de esa encerrona sea reinterpretar las preparaciones infaltables y reversionarlas de una forma más saludable. La clave: que se incluyan al menos dos vegetales y no haya faltante de frutas frescas. Y no, las alcaparras de la salsa del vitel toné no cuentan como verdura. 

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Lucía Colagero es la autora de “Me importa un rábano”, un libro recientemente publicado que tiene el objetivo de promover, a través de distintas recetas (algunas más desafiantes que otras), el regreso a una cocina casera más conciente. Pero, sobre todo, es una reflexión sobre la importancia de la inclusión de productos frescos en la dieta y el conocer su origen.

En un contexto de aceleración consumista que fomenta la compra compulsiva de alimentos cada vez más procesados, industrializados, carentes de valores nutritivos y con aditivos que atentan contra la salud, cambiar este paradigma sin duda es una contranarrativa frente a esta imposición.

A la hora de pensar el menú para las fiestas, este libro nos invita a barrer prejuicios y apostar por la diversidad de sabores impensados. Conocer qué brota en cada estación y qué propiedades tienen los colores de cada vegetal. Romper con los preconceptos deterministas de que la comida vegetariana es aburrida e insulsa. Demostrar que otra forma alternativa de comer es posible. Apostar por difrutar de cada bocado, estando en el aquí y ahora, que no es poca cosa. No privarse del goce, sino estar más conectado con el placer.

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