24 de Marzo: memoria, verdad y justicia en tiempos oscuros

El escritos escribe de sombras y ausencias e influye los textos de Liliana Bodoc. Nuestra querida salteña cuenta que empezó a crear La Saga de los Confines desde un enojo con el sufrimiento y el cinismo propio de los finales de la década del 90 del siglo pasado y con el ataque a la memoria de los desaparecidos. Un enojo que le provocaba un profundo dolor al ver que repetimos, una vez más, los mismos errores. 

En Bodoc la memoria y los relatos son la trama de nuestras vidas, son la forma en que sentimos y en que conocemos, es anclaje de identidades. Cada historia que contamos está sostenida en las historias que contaron otras personas antes. Es una herramienta para construir el futuro

A través de una trilogía épica que recuerda a El señor de los Anillos pero rescata la tradición del héroe colectivo La Saga de los Confines narra la llegada a las tierras nuevas de los sirvientes del Odio Eterno. Conquistadores que promueven el odio y el miedo, la crueldad y la mentira. 

Misáianes, “el odio eterno” en el relato de Bodoc, penetra “hasta el fondo en los resentimientos de las criaturas; también escarba las iras y las ruindades que las enfrentaban porque sabe que allí encontrará la materia de su ejército. Después les sopla al oído, y muchas de ellas le juran lealtad”. Define a ese personaje como “el fin de toda luz y “el comienzo del dolor increado”. Quienes lo combaten se dicen a sí mismos: “si somos derrotados en esta guerra, la vida caerá con nosotros. Si somos derrotados, la luz será condenada a arrastrarse sobre cenizas. Y el Odio Eterno caminará por el atardecer de la Creación”. 

Ese personaje “habla parecido a la verdad y confunde a quienes se detienen a escucharlo. Conoce las palabras que adulan a los fuertes y seducen a los débiles; sabe dónde susurrar para enemistar a los hermanos”. 

Esta ficción resuena en el momento en que el gobierno inicia una etapa de reivindicación del terrorismo de Estado. En los que el presidente promueve colgar a la vicepresidenta en una plaza y se ríen o niegan el abuso y la violencia sufrida por una militante de HIJOS. En el mismo momento en el que los cierres de fábricas, el hambre, la desprotección recuerdan la situación denunciada por Rodolfo Walsh en su carta abierta y en la que los puntos programáticos del gobierno se asemejan a los de la dictadura (liberación de alquileres y apertura de importaciones incluída). 

A través de sus retuits Milei promueve y celebra la crueldad de los jóvenes. Algunos adolescentes y jóvenes adeptos a La Libertad Avanza compartieron fotos de Falcons Verdes, otros creen que la mejor acción posible es intentar “domar o escrachar” a una militante de la diversidad y lo celebran en medio de la muerte de personas por falta de medicamentos, el crecimiento de la delincuencia en Rosario y el hambre. Otros tantos se alegran por los despidos de trabajadores o los justifican con frases que se parecen mucho a los “algo habrán hecho”. Dejar que esos jóvenes, que no tienen nada que ver con esa historia, se hagan cargo de lo peor de las intenciones políticas de la Casa Rosada es propio de la cobardía y crueldad de personas débiles y temerosas que se esconden tras sus violencias

Ese odio se metió en los pibes tras el encierro pandémico y se potenció por el exceso de superioridad moral de quienes esgrimiendo causas nobles llevaron y llevan adelante las peores metodologías, como si el fin justificara los medios. Ello en un marco donde cada vez son menos quienes saben, por experiencia propia, qué significa exactamente aquel 24 de marzo de 1976 y el gobierno que surgió a partir de allí.

¿Cómo contarles a las nuevas generaciones por qué es tan importante recordar? ¿Cómo convocar a luchar contra un símbolo, cuando hay realidades urgentes, cercanas y urgentes que resolver?

Mirar a Rodolfo Walsh y su “Carta Abierta” como relato de época puede ser una manera de empezar a hacerlo. Pero deberíamos encontrarnos, en espacios colectivos en los que construir comunidad. Es necesario volver a soñar, desear y reclamar paz, pan y trabajo, es necesario volver a las formas de organización que supo liderar Saúl Ubaldini, padre de nuestra democracia. 

Tenemos que construir espacios en los que se tejan otros modos de sentir, un sentir colectivo, que nos haga pensar que nadie es más que nadie. Una cosmovisión donde entendamos, como señala Bodoc, que “el cazador no es más ni es menos que la presa que necesita para vivir; un hombre no es más ni es menos que el maíz que lo alimenta. La Creación es una urdimbre perfecta. Todo en ella tiene su proporción y su correspondencia. Todo está hilado con todo en una trama infinita que no podrían reproducir ni mis amadas tejedoras del sur. Pobres de nosotros si olvidamos que somos un telar”.

Marco Fabio Quintiliano, un retórico y filósofo clásico, sostiene que si la consciencia del público o del orador es pobre respecto a la búsqueda de bondad, verdad y belleza no es posible sostener un debate. Cuando ocurre que los participantes no buscan la verdad ni tienen una concepción alta del bien común o están movidos por el odio o el miedo los disparates más espantosos pueden convertirse en argumentos válidos.

Me preocupa que los intereses que promueven a los libertarios son personas amorales, guiadas simplemente por el individualismo, capaces de quemar barbijos o sacarse miles de fotos en Rosario sin dar ninguna solución. No buscan alcanzar ninguna verdad, sino simplemente desviar y embarrar la cancha.

Actuar como necios y crueles, más allá de que lo son, los hace impermeables a las verdades que en el debate sostiene la contraparte de buena fe. El resto del círculo se cierra con un público indiferente frente al bien y la verdad, que convierte la pose estúpida, en una prueba de grandeza. Pero Liliana nos recuerda que siempre queda una luz que quiebra las sombras y que “las viejas historias que jamás se cuenten alrededor de un fuego, alrededor de otro se contarán”, será cuestión de armar miles de fueguitos para compartir la noche.