Matías Botbol, 20 años después de fundar Taringa, creó otra empresa disruptiva que factura millones de dólares

Fue un precursor de las redes sociales en Argentina. Dice que las oportunidades están en sectores donde parece que no quedan cosas por cambiar. Ahora apuesta por los recursos humanos.

Actualidad - Crónicas Urbanas25/11/2024 Redacción

Cuando Matías Botbol se hizo cargo de Taringa en 2004 junto a su hermano Hernán y su amigo Alberto Nakayama, no existía la nube ni las redes sociales tal como las conocemos hoy.

Cuando Matías Botbol se hizo cargo de Taringa en 2004 junto a su hermano Hernán y su amigo Alberto Nakayama, no existía la nube ni las redes sociales tal como las conocemos hoy.

Tampoco la Inteligencia Artificial, aunque el lema bajo el cual se desarrolló Taringa fue “inteligencia compartida”.

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Esa plataforma se convirtió en poco tiempo en la primera red social de Argentina con influencia en todo el mundo de habla hispana. En su mejor momento llegó a tener 75 millones de usuarios únicos mensuales y una valuación de u$s20 millones.

Finalmente, después de pasar por una etapa de apogeo, por diferentes razones llegó la declinación. En 2019 Botbol y sus socios vendieron por una cifra nunca revelada la empresa por la que habían pagado 5.000 dólares quince años antes.

El último dueño fue la compañía IOVLabs, dedicada a la tecnología blockchain. Pero la apuesta no rindió los frutos esperados y Taringa cerró definitivamente en marzo de 2024.

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Matías Botbol vive actualmente en la ciudad de Austin, en Texas, Estados Unidos. Estuvo esta semana en Buenos Aires, donde presentó el nuevo emprendimiento en el que está trabajando con otros dos socios. Se trata de Maslow, una empresa fundada en 2022 por Botbol con Diego Boryszanski y Ricardo Migoya.

Es una plataforma que ofrece servicios de beneficios y recompensas personalizadas para otras compañías que necesitan fidelizar a sus empleados para evitar la fuga de talentos, un problema que sus propios fundadores habían sufrido en algún momento de su trayectoria empresarial.

La compañía tiene más de 80 clientes, entre ellos Unilever, Manpower, L'Oreal, Havas, LDC, Nowports y Tiktok. Está presente en 25 países como México, Argentina, Colombia, Paraguay, Bolivia, Chile, Estados Unidos, España y Alemania, entre otros.

Este año cerrará con una facturación proyectada de 6 millones de dólares. Y estiman que llegará a 18 millones de dólares en 2025. Cuentan con un equipo de 20 personas, que trabajan en forma full remota.

Durante su visita a Buenos Aires, Botbol se reunió con un grupo de periodistas, entre los que estuvo Ámbito. Además de hablar de su nueva empresa, la charla derivó inevitablemente a su experiencia con Taringa, una plataforma que fue revolucionaria para su época. También habló sobre las razones del fracaso, las polémicas por los derechos de autor y opinó sobre el papel de las redes sociales en la actualidad.

¿Qué une tu experiencia con Taringa con la actualidad en tu nueva empresa, Maslow?

Matías Botbol: Desde chico me gustaron las computadoras. Fuí un nerd antisocial en la escuela. Uno de mis primeros trabajos fue en UOL Sinectis donde diseñé el webmail, algo que hace 25 años fue una revolución. Luego fundé una empresa de hosting llamada Wiroos. Hasta que en 2004 compramos y desarrollamos Taringa con mi hermano Hernán y mi amigo Alberto Nakayama.

Más allá del tipo de negocio, lo que siempre me apasionó fue usar la tecnología para generar un cambio en las industrias, en las formas de consumo o en el status quo que haya en cada momento.

Esa posibilidad fue lo que concentró mi atención en Internet. Taringa fue eso mismo, el hecho de poder hacer que las personas pudieran hablar con otros de forma directa, sin los intermediarios que suelen ser los medios de comunicación.

Esto es algo que ahora parece normal pero en esa época fue algo revolucionario. Fuimos los primeros en plantear algo así desde Taringa, no había nada parecido.

Con el paso del tiempo nos empezamos a meter en blockchain y cripto porque también veíamos que ahí podía haber algo por descubrir.

Y ahora lo que veo con mi nueva empresa, Maslow, es esta misma posibilidad de hacer algo disruptivo. Por lo general, cuando se genera una disrupción se da en las cosas que parecen que están totalmente establecidas y que no hay cambios posibles.

Eso pasó con Internet, también con las redes sociales cuando nadie discutía cómo funcionaba la comunicación de los medios ni cómo la gente se comunicaba; pasó con cripto, cuando nadie cuestionaba cómo tenía que funcionar la nueva economía.

Valoro mucho la oportunidad de poder entrar en industrias que no tienen casi innovación y poder hacer algo distinto.

La disrupción se da sobre situaciones que en apariencia no admiten más cambios. Y luego, cuando alguien hace esos cambios, todo parece casi obvio. Por ejemplo cuando vemos el caso de Google pensamos en que armar un buscador para indexar los contenidos de la web es una idea de lo más básica. Lo mismo pasa con una red social. La idea base es muy estúpida. Alguien publica algo y la gente lo ve. Y si quiere lo sigue o no. Es un concepto simple, pero fue una disrupción. Como lo fue Taringa en su momento.

Fuente: Ambito

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