Godzilla y Kong: 70 del rey de los monstruos

Un nuevo capítulo del “Monster-verse” hollywoodense viene a aprovecharse del renacer del Godzilla asiático en el cine. La reciente victoria en la categoría de efectos especiales en los premios Oscar de “Godzilla Minus One” (2023) pone nuevamente al rey lagarto en primera plana a nivel mundial. 

La saga repite director en Adam Wingard que, si bien se mantiene en línea con su calidad y narrativa de siembre, empieza a avanzar hacia el futuro del cine de personajes artificiales.

Tanto productores como espectadores saben que verán desde que adquieren su entrada. Presenciar espectáculos de efectos especiales donde un conglomerado de los monstruos más famosos del cine se enfrenta entre si durante una buena longitud de minutos. Este contrato entre realizadores y público avala a los primeros a despreocuparse de la trama, siempre y cuando puedan entregar una alta calidad de momentos “pochocleros”. 

Precisamente en el apartado visual es donde encontramos la calidad que nos tiene acostumbrados. Grandes coreografías, se mantiene el impacto visual de personajes gigantescos y tiene varios momentos de acción memorables. El diseño de sonido es excelente, aunque me choquen un poco las decisiones a la hora de armar la banda sonora. 

Para los más entendidos en la trayectoria de Godzilla en el cine, creo que esta cinta es lo más cercano a la representación perfecta de la esencia de sus antiguas películas. 70 años después de su primera aparición, se logra mostrar esta alianza de titanes que luchan contra el mal, pero con la potencia de la tecnología actual. Dando como resultado una divertida aventura de “Kaijus”, por más ridícula que sea. 

Dentro del notable despliegue técnico, el punto negativo termina siendo conceptual. Ahí encontramos la diferencia entre este filme y su hermana japonesa. Los efectos virtuales y las composiciones de animación carecen de originalidad. Los modelados, las secuencias, como interactúan con los entornos y los contrastes de colores están muy vistos. El estilo de animación no difiere de sus predecesoras u otras franquicias como puede ser el universo Marvel. Las escenas, aunque espectaculares y entretenidas, pierden en la credibilidad técnica; más no en la narrativa. 

El factor humano sigue siendo un problema clarísimo. La trama, si bien mejora un poco a la anterior, no le interesa a nadie. Las interacciones de los actores están hechas para llevar la historia de punto “A” a punto “B” y la película pierde muchísimo atractivo cada minuto donde los verdaderos protagonistas, los monstruos, no están en pantalla. 

Afortunadamente al ser una cinta de menos de 2 horas de duración es lo suficientemente llevadera entre pelea y pelea de titanes. Hay muchos pasajes de la cinta donde los hechos son contados alrededor de Kong, el más relatable y comunicativo de los ellos. En esos momentos el director da pasos hacia el futuro, donde con pocas herramientas verbales, la historia fluye sin problemas. Un futuro donde, si el presupuesto elevadísimo lo permite, se pueda hacer una película de estas características con nula o mínima interacción humana. Para así dejarle los reflectores al verdadero atractivo por el cual se llenan las salas.